Cohortes enfurecidas que alzan hachas candentes en honor al Dios de la Sangre. Cráneos apilados, tambores de piel y rugidos salvajes convierten cada choque en un ritual de carnicería gloriosa.

Arcanistas, horrores alados y cultistas enmascarados traman destinos imposibles para el Gran Conspirador. Cada hechizo desgarra la realidad y la recompone en formas insospechadas, siempre a su favor.

Cortes depravadas que persiguen sensaciones límite y belleza letal. Liras chirriantes, risas extáticas y espadas curvas transforman la batalla en un escenario de placer tan peligroso como hipnótico.

Son los Zharrdron, duardines cuyos ancestros cayeron bajo la ardiente influencia de Hashut en eras pasadas. Han aceptado por completo su corrupción y, en la Era de Sigmar, son la personificación misma de la industria oscura, la arrogancia convertida en arma y la crueldad desenfrenada.

Portadores de la corrupción jubilosa del Padre de la Plaga. Sus filas exhalan miasmas dulzones mientras brotan flores enfermas y risas graves, recordando que la putrefacción es también una forma de vida.

Mareas de hombres-rata ansiosas de riqueza y dominación emergen de túneles retorcidos. Ruedas de guerra chispeantes, pólvora bramante y chillidos paranoicos siembran caos impredecible en cada superficie que tocan.

Legiones endurecidas por pactos sombríos marchan bajo estandartes cambiantes. Brillan armaduras ennegrecidas, juramentos ruinosos y una ambición feroz por ganarse el favor absoluto de los Poderes Oscuros.